Mientras asciende la dura cuesta que nos une Xerta con Gandesa, el peregrino se topa casi derepente con esta escultura jacobea. En medio de la casi nada, sin poblaciones alrededor y tras una etapa muy natural, la escultura es un golpe de efecto y un ánimo para el caminante, al que le recuerda que ni es el primero, ni el último que pasa por allí y le empuja hacia delante.
Esta escultura es obra de Tàpies, cuya segunda vivienda se ubica aquí al lado. Todo un regalo al Camino del Ebro.
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